Primeras palabras de Lucía Dominguín, madre de Bimba: "Este desgarro no se calmará nunca"
Lucía Dominguín Bosé ha concedido su primera entrevista tras la muerte de su hija, Bimba Bosé. Lógicamente devastada, pero asomando una sonrisa, el legado y la entereza que ha heredado de Bimba. Lo único por lo que no pierde la razón, asegura, es por su creencia de que la muerte es solo algo físico.
Este duro golpe que ha vivido la familia los ha unido y fortalecido, tal y como desvela Lucía: «Vivo en Valencia con mi hermana Paola y su hijo Olfo. Hemos sido una familia muy dispersa, y de pronto vivir juntos está muy bien».
Lucía Dominguín abrazándose a Paola y Olfo Bosé / Gtres
Dedicada de lleno al mundo de la artesanía y la escritura, Dominguín se siente orgullosa de que todo el mundo la reconozca ahora por ser hija de Bimba: «Fui la hija de Luis Miguel y Lucía Bosé, luego me saludaba la gente por la calle por ser hermana de Miguel Bosé. Y ahora todos me saludan por Bimba», asegura en la revista Semana. Se siente henchida cuando le adulan la figura de su hija: «Gente de todas las edades me dice que mi hija la ha ayudado con su presencia y encontró un ejemplo en su entereza»
Renglón aparte merece para ella Dora, la hija de Bimba. Cuenta Lucía Dominguín que la joven fue la primera que supo todo y estuvo al lado de su madre: «Me parece de una entereza única. Esa fuerza de Bimba la ha heredado Dora»
Cómo vivió la muerte de su hija
Al mes de fallecer la artista, toda la familia se reunió en Brieva para recordarla: «Fue nuestro duelo, era muy nuestra y muy entrañable. El otro día creí verla por la calle, cuando era más joven, con el pelo largo, como está ahora mi nieta Dora. La siento a mi lado», expresa acongojada. Recuerda con añoranza su carcajada, «esa tremenda vida en ella. Era la que nos animaba a todos».
Lucía Dominguín Bosé junto a su hija Bimba / Gtres
La muerte de Bimba es el desgarro más cruento para Lucía: «No me esperaba este desenlace. Mira que he vivido cosas, pero nadie debería pasar por esto. Cuando se trata de la muerte de tu hija, a la que quieres con locura, es un final trágico. No estás preparado para enterrar a un hijo», subraya, pese a todo, con entereza. El último día que la vio fue en casa de Miguel Bosé, cuando llegaba de la quimio: «Estaba guapísima y sonriente. Desbordaba alegría a su alrededor, sin fisura».
Prefiere no imaginarse cómo deben estar pasando este duelo sus nietas, aunque su estabilidad y bienestar no le preocupan: «Su padre es adorable, las quiere, las cuida, las mima y se desvive por ellas», aunque remarca la admiración que siente por Bimba y su dedicación total a sus hijas. Su encuentro con sus nietas prefiere vivirlo cuando esté entera emocionalmente: «Quiero que Dora y June vean a una ‘ebuela’ con toda la alegría y fuerza que sea capaz de reunir».
Lucía entiende a su madre cuando no se reunió en el tanatorio con la familia: «Es duro, era su primera nieta y tiene 86 años. Ya ha pasado mucho». Ve en Charlie, la pareja de Bimba, a un ángel que le ha dado «un amor brutal».